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ROMÁNICO, GÓTICO y CANTO GREGORIANO

PROLOGO

En los siete capítulos que siguen, se esboza una idea de carácter personal, en relación al origen y evolución de los estilos arquitectónicos, conocidos históricamente como “Románico y Gótico”. La idea central que desarrollan, se basa por un lado en los conocimientos profesionales como arquitecto, pero también se debe a una pretensión de llegar a establecer conclusiones verosímiles, sobre algunos aspectos de las circunstancias y el momento histórico, en los que se desarrolla esta arquitectura.

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Con el fin de aclarar a qué me refiero con esos “aspectos y circunstancias”, me gustaría destacar que los conocimientos que se transmiten habitualmente, sobre esta materia, responden a un esquema de carácter “histórico” que por tanto se apoya en hechos contrastados objetivamente, como son naturalmente los propios edificios, pero también otras referencias y relaciones documentadas que pueden acreditar un desarrollo temporal de acontecimientos, que luego se estructura de una forma ordenada a través de la disciplina de la “Historia”. Posteriormente con esos conocimientos recopilados, se elabora una síntesis ordenada que es la que se formula y transmite de forma didáctica, pero naturalmente en base a un consenso o acuerdo general de carácter académico, respecto al contenido.

Dentro de este esquema “histórico”, el margen para establecer unas causas y motivos sobre los acontecimientos, bordea enseguida los límites de la propia disciplina de la “Historia”, ya que se empiezan a hacer interpretaciones claramente “subjetivas”, susceptibles de contener sesgos interesados, que con cierta frecuencia son de índole política o proselitista, como han puesto de manifiesto durante los años recientes los nacionalismos u otros tipos de localismo más o menos paleto. En cualquier caso esa parte “interpretada” sobre los acontecimientos, facilita considerablemente una síntesis mucho más didáctica, porque añade una estructura con cierta coherencia sobre unos acontecimientos escuetos, que los hace más fáciles de relacionar, evocar y en última instancia, asimilar.

Volviendo al campo de la historia de la arquitectura, los estilos románico y gótico, se han establecido de forma académica, como capítulos claramente separados, ya que presentan unas características en cuanto a sus propias formas y estética, muy diferentes entre sí. No obstante el desarrollo temporal de ambos estilos es consecutivo, ya que el románico se desarrolla desde los comienzos del siglo XI, alrededor del año 1.000, hasta la segunda mitad del XII, entre los años 1.150 a 1.200. El gótico, comienza a manifestarse a mediados del XII y se prolonga hasta bien entrados los siglos XV y XVI, dependiendo bastante de cada zona geográfica, y sobre todo de la mayor o menor rapidez con la que se implantan las nuevas ideas del “Renacimiento”.

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Ese esquema histórico, presupone implícitamente que los cambios entre un estilo y otro, a la hora de construir nuevos edificios, se basarían en una evolución natural de la propia sociedad. Estamos en la época de la baja edad media, con unos niveles bastante notables de prosperidad y desarrollo social, que generan la aparición de los “burgos” como nuevos asentamientos urbanos dentro de las ciudades y los “gremios” dentro de la organización social de su población.

De acuerdo con este esquema, que podríamos llamar “académico”, los cambios de estilo en la construcción de los nuevos edificios, deberían tener su origen, en una forma diferente o evolucionada, de entender el propio edificio que se quiere construir, y por tanto la utilidad del mismo o incluso su “representatividad”, lo cual daría lugar supuestamente, a que los maestros constructores (arquitectos de la época), o bien los promotores de los edificios, como cabildos eclesiásticos, nobleza o incluso las monarquías, pensaran, dibujaran, diseñaran o bien planificaran un repertorio de “formas” completamente distinto del anterior. No hay más que evocar la diferencia entre los arcos ojivales del gótico y los de medio punto del románico, o bien las ligeras bóvedas de nervios, respecto a las pesadas de medio cañón.

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Dentro de este esquema histórico de carácter general, me gustaría llamar la atención sobre algunas contradicciones aparentes y otras circunstancias destacables, que a mí personalmente me han servido para hilvanar la línea argumental tan poco “académica” que voy a desarrollar en los siguientes capítulos.

  1. En primer lugar quiero destacar la enorme diferencia que hay entre el número de edificios que se construyen en esta época, con respecto al periodo inmediatamente anterior. En la etapa histórica que va del siglo sexto al décimo, en un ámbito como España, apenas se pueden contar poco más de una docena de edificios, y sin embargo en el periodo románico que apenas cubre dos siglos, o sea la mitad de tiempo, se cuentan por centenares solo en la mitad norte de la península, y aunque ampliásemos el marco territorial a toda Europa, esa proporción se mantiene igualmente.
  2. También quiero mencionar la contradicción aparente que supone la presencia simultánea de las dos catedrales de Salamanca. Se trata de dos edificios completos, perfectamente acabados y colindantes que de hecho comparten uno de sus muros laterales, además de la torre del campanario. Se identifica la primera como “la vieja”, románica y pequeña, y la segunda como “la nueva”, gótica y enorme. Llama la atención el hecho de que no hayan tenido ningún procedimiento de sustitución o reemplazo, no solo con la demolición del antiguo edificio que podría haberse mantenido por su propio valor y calidad intrínseca, sino tampoco al nivel simbólico de su propia “denominación”, como cabría esperar si las catedrales fueran edificios concebidos y realizados con una función primordial de “representatividad”, vinculada a un cierto nivel de autoridad o jerarquía eclesiástica, tal como se manifiesta frecuentemente desde la formulación académica de la historia.
  3. ConjuntoLa mezquita de Córdoba constituye otra referencia muy singular, ya que la ciudad de Córdoba es reconquistada y ocupada a mediados del siglo trece por las tropas del rey de Castilla, poco después de la batalla de las Navas de Tolosa que marca el punto de inflexión en el declive del poder musulmán sobre la península. Ese edificio actualmente alberga la catedral de Córdoba, pero la edificación que identificamos como tal, no se construye hasta bien entrado el siglo quince, lo que supone un intervalo de doscientos años al menos, desde que los “cristianos” ocupan y comienzan a utilizar esta mezquita como “catedral”, hasta que abordan la construcción de un edificio específico, el cual en todo caso queda perfectamente integrado y en continuidad física con el resto del recinto. La nueva construcción solo altera algunos módulos centrales, para ubicar los alojamientos del “coro” y el “altar mayor”, y reemplaza algunos soportes con los muros necesarios para sostener el sistema de arcos y bóvedas que configuran los volúmenes de la edificación añadida, incrementando notablemente la altura del recinto en esa parte.BovedaNervios_1
  4. También hay otras circunstancias en el comienzo de esta etapa, hacia finales del siglo X, que quiero destacar, ya que pienso que tienen una incidencia notable. Una de ellas es la gran proliferación en esta época de monasterios y abadías, formados por “órdenes religiosas” que se apoyan en la regla de San Gregorio resumida en la conocida frase “ora et labora”, que da lugar a una organización peculiar de la vida cotidiana dentro del monasterio, estableciendo los “momentos de oración” con arreglo a los intervalos de las horas canónicas, que se hacen siete veces a lo largo del día de forma sistemática. Conjuntamente con estos nuevos monasterios y probablemente a través de una sinergia mutua muy acusada, se configura el Camino de Santiago como una peregrinación espontánea y numerosa de gente común, hasta la tumba del apóstol, cuyo descubrimiento localizado en esa época, genera una tráfico más o menos continuo de peregrinos, que buscan albergue en los monasterios y estos a su vez, adoptan entre sus funciones primordiales, la ayuda y protección de esos peregrinos.
  5. Finalmente quiero mencionar también el “Canto Gregoriano”, como una pieza básica en el origen de la música que hoy conocemos. El estudio de la música como referencia histórica, y no como interpretación de conservatorio, se desarrolla en las facultades de historia, y tiene el origen de todas sus referencias documentadas, precisamente en el “canto gregoriano” desarrollado en la época que nos ocupa. De hecho la primera “partitura” conocida en el mundo, es precisamente el “Antifonario” de la catedral de León. Cualquier conocimiento sobre música de épocas anteriores a esta, se basa en deducciones o referencias indirectas, ya que las “melodías” son completamente desconocidas, salvo los casos de música popular de transmisión oral, aunque esta parte se mueve más en el terreno de la “etnografía”, siempre con cierta incertidumbre sobre su propia evolución a lo largo del tiempo.                            Desde luego queda claro, y es precisamente lo que me parece más destacable, el “papel primordial” que juegan la melodía musical y el canto en esa época, que produce un repertorio de melodías y composiciones notablemente prolijo, y por supuesto el desarrollo o “invento” de un sistema particular de “anotaciones”, de tal forma que una misma “melodía” resulta perfectamente legible para otra persona diferente del que la concibe o imagina inicialmente, y también puede ser fácilmente “transmitida” a terceras personas o  lugares alejados, sin la necesidad de trasladar a un intérprete directo que la conozca previamente.

A continuación el conjunto de enlaces con los capítulos:

  1. ANTECEDENTES
  2. SONIDO Y EJEMPLOS
  3. EL DISEÑO
  4. LA CONSTRUCCIÓN
  5. REVERBERACIÓN Y NERVIOS
  6. LOS GRANDES EDIFICIOS
  7. INTEGRALES Y DERIVADAS

EPÍLOGO

Como conclusión de las ideas mostradas en estos siete capítulos, quiero destacar en primer lugar, que esas diferencias tan acusadas entre el aspecto o las formas de los edificios “Románicos” con respecto a los “Góticos”, en mi propia opinión son completamente circunstanciales, ya que están derivadas de los cambios adoptados en los sistemas constructivos, que en un determinado momento sirven para resolver un problema de carácter “técnico”, al permitir la construcción de edificios con un volumen mucho mayor. Ese incremento cualitativo en el volumen del recinto construido, es lo que constituye la verdadera motivación básica, intencionadamente buscada por sus propiedades acústicas y funcionales, pero en ningún caso por razones de tipo estético que quisieran conseguir una determinada expresividad o evocación mediante un repertorio de formas nuevas en los edificios.

Catedrales de ejemplo
Catedrales de ejemplo

En segundo lugar me gustaría destacar que se trata de edificios netamente “funcionales”, construidos expresamente para “cantar”, y constituyen la primera generación de auditorios musicales de unas características insólitas e inigualables, que tampoco han sido construidos o concebidos en función de ningún “simbolismo o representatividad” ya sea de tipo jerárquico o religioso. Evidentemente hay que reconocer que alrededor de ellos, se ha ido desarrollado y ordenando una estructura organizativa, jerárquica y representativa, como acreditan las figuras del “maestro de capilla”, los “seises” de Sevilla, o niños cantores en otras catedrales, pero en mi opinión eso constituye un añadido posterior, basado en la tremenda singularidad y funcionalidad de las catedrales como “auditorios” para el canto gregoriano o la música sacra, y además con una calidad excepcional, pero no al revés.

7 – INTEGRALES Y DERIVADAS

Durante los seis capítulos anteriores se ha desarrollado paulatinamente una argumentación que de forma resumida consiste en atribuir, la evolución entre el estilo “románico” y el “gótico”, a unos pocos cambios en las técnicas de construcción, y también a la “motivación” que representaba en aquella época, la posibilidad de mejorar de una forma muy notable y acusada, la “sonoridad” de los recintos en los que se desarrollaba la música coral del “canto gregoriano”, que podía escucharse en monasterios, iglesias y catedrales.

Evidentemente se trata de una argumentación desarrollada bajo un punto de vista personal, que no coincide con las interpretaciones habituales, pero es completamente rigurosa con los datos y referencias históricas, y desde luego se ha prestado un especial cuidado sobre la coherencia de esta interpretación, con respecto a los conocimientos actuales de “técnicas de construcción” y “acústica de recintos”.

LA GRAN INTEGRACIÓN Imagen12

Esta nueva argumentación supone atribuir ese “notable y repentino” cambio en las formas y la estética de la construcción de los edificios, no tanto a una evolución de índole cultural, que trataría de expresar nuevas y profundas inquietudes, mediante un repertorio de formas y estética completamente distinto del anterior, para operar como directrices de diseño en los nuevos edificios, sino más bien a la concurrencia y sinergia mutua, entre dos circunstancias de un carácter mucho más pragmático. Por un lado, las nuevas técnicas de construcción, que permiten realizar  edificios mucho más altos, grandes y voluminosos aunque desempeñando unos recursos parecidos o equivalentes a los anteriores, y por otro lado la considerable y notable “mejora” con la que se puede escuchar  el “canto gregoriano” dentro de ellos, ya que la sonoridad de estos y por tanto la “magnitud del sonido” que escucha el oyente, se multiplica por un factor cuatro a cinco veces mayor, en la mayoria de los casos.

Lógicamente la afirmación que se acaba de hacer podría considerarse completamente gratuita, ya que no se conocen pruebas directas que la respalden, como podría ser la “memoria” de un proyecto, donde el autor desarrolla mediante un documento escrito, las motivaciones u objetivos que justifican la ejecución del nuevo edificio. No obstante voy a tratar de exponer y acompañar unos cuantos argumentos, que si bien pueden considerarse circunstanciales, yo creo que respaldan con una claridad notable la afirmación que se acaba de hacer. Imagen3

El Órgano de la Catedral, es un instrumento musical que constituye el “alma” de la misma. Como instrumento de música, está basado en la vibración de la masa de aire que se encuentra dentro de un tubo rígido, normalmente abierto en uno de sus extremos, y con una lengüeta vibrante en el otro, sobre la que se sopla con un chorro de aire procedente de un fuelle u otro sistema parecido.

La vibración de la lengüeta, se propaga al interior induciendo una “resonancia” en la masa de aire, que acomoda su frecuencia principal a la longitud del tubo, produciendo el sonido correspondiente a esa nota concreta. Cada tubo produce una sola nota musical, pero para una misma nota, se puede disponer de varios tubos, que incluso pueden ser de distinto material y/o forma, de modo que el órgano se organiza con diferentes registros, que se pueden combinar y corresponden a conjuntos de tubos con diferencias de timbre, matiz y/o sonoridad. Esto hace que el órgano pueda disponer de varios teclados, pedales y/o registros, y su ejecución pueda llegar a ser notablemente compleja. Imagen5

Evidentemente la base de la sonoridad del órgano, es la propia vibración del aire transmitida de forma directa e inmediata al espacio circundante, y que se destaca de una manera especialmente notable cuanto mayor es el tiempo de reverberación (TR) del gran recinto de “la catedral”, donde se sigue oyendo su sonido, incluso durante cinco, seis o más segundos, después de haber interrumpido la ejecución.

La Música de Cámara, es una terminología dentro del género musical, que se refiere a composiciones escritas normalmente para un pequeño conjunto de instrumentos, como un cuarteto de cuerda (dos violines, una viola y un chelo), que se desarrolla con gran proliferación en el siglo diez y ocho (XVIII), alrededor de los palacios de la nobleza. Estas composiciones se hacían con el fin de que fuesen oídas, en reuniones sociales de unos cuantos aristócratas invitados, que se reunían en una “cámara” o salón del palacio de turno, para escuchar esa música. Imagen6

Lógicamente por amplio que fuera el salón del palacio correspondiente, su “volumen” y por tanto el TR (tiempo de reverberación), estaban completamente fuera de escala, con respecto a los parámetros de sonoridad del recinto de una catedral o de una sala de conciertos para música sinfónica. Esto indica que esa música se compone con otras pautas diferentes de viveza y ritmo, ya que se trata de una música mucho más ligera, con una denominación diferente, que ya no es adecuada para la audición en directo dentro de grandes espacios con TRs altos, donde la persistencia acústica, distorsiona o hace perder la viveza y agilidad en el ritmo, que caracteriza este tipo de composición musical.

Otra referencia sobre la misma idea, es la aparición de dos nuevos géneros musicales caracterizados por la agilidad y rapidez de su ritmo, como son precisamente el “Jazz” y el “Rock and Roll”, que no surgen hasta el siglo XX, y están vinculados con actuaciones en pequeños locales como las salas de Jazz y/o a grabaciones en estudio, o bien a una “megafonía exacervada” en discotecas y grandes conciertos, como en el caso del Rock and Roll.

La Catedral de Florencia, es un edificio que está considerado como la primera gran obra que da paso hacia el “Renacimiento”, y es históricamente conocida entre otras cosas, por el papel protagonista que desempeña el gran arquitecto Brunelleschi.

El proyecto de construcción había sido concebido con una gran cúpula, de dimensiones próximas a las del “panteón romano”, aunque en este caso era preciso construirla sobre unos muros mucho más altos, en una posición bastante más elevada. Esta característica aseguraba disponer de un recinto con un “volumen” considerable, casi desconocido hasta entonces, pero también plantea unos problemas técnicos de construcción que nadie se atreve a abordar durante un cierto periodo de tiempo. Es precisamente Brunelleschi, quien acepta el desafío para construir esa gran cúpula, y lo resuelve con una solución muy novedosa basada en realizar “dos” cúpulas concéntricas mucho más ligeras, y con un trazado “parabólico” que proporciona más estabilidad, por acomodarse mejor a la curva de la “catenaria” que es la que realmente describe el polígono de cargas que se generan con la distribución real del “peso” de los materiales. Imagen7

El personaje de Brunelleschi es uno de los prototipos de hombre del renacimiento. Tiene una primera etapa como escultor, pero además es un notable conocedor de las “matemáticas y la música”, que en aquella época eran disciplinas integradas conjuntamente. Finalmente es  conocido históricamente sobre todo, por la construcción de la cúpula de esta Catedral. Durante la ejecución de la obra se producen  algunos avatares y peripecias en la relación con las autoridades y con otros colegas, pero finalmente su mérito es plenamente reconocido, y en la gran “inauguración” del edificio, el propio Brunelleschi compone un “motete a cinco voces”, que es una composición musical de tipo coral y polifónico, lo que supone que debe ser “cantada” por “cinco” coros u orfeones independientes, entonando cada uno la melodía en una octava distinta.

Considerando que el teclado de un piano solo dispone de siete octavas, precisamente porque al “duplicarse” la frecuencia de la nota inicial al avanzar cada octava, queda cubierto prácticamente todo el espectro de audición del oído, que va prácticamente de 50 a 20.000 herzios. Si la primera octava se inicia en 80Hz, las seis siguientes se inician en 160, 320, 640, 1.280, 2.560 y 5.120 Hz, y la última termina alrededor de los 10.240, ya sin espacio para una octava adicional.

Evidentemente una composición a cinco voces debe cubrir prácticamente todo el espectro de audición “posible”, ya que solo se excluyen las octavas de los extremos, y además debe ser alcanzado con la entonación de las personas que cantan, por lo que constituye efectivamente una auténtica demostración práctica del mérito, además de “una buena razón”, para construir un recinto como ese.

LA BATALLA de LAS NAVAS DE TOLOSA Imagen8

En este caso voy a tratar un acontecimiento histórico que aparentemente no tiene nada que ver con los argumentos anteriores, pero sin embargo yo creo que a raíz del mismo se “derivan” algunas circunstancias que me gustaría destacar, por lo que haciendo un pequeño juego semántico con el significado de las “integrales y derivadas” dentro de la disciplina de las matemáticas, cuyo último concepto no siempre queda suficientemente claro, me he permitido titular el capítulo, como una alusión velada hacia esas “derivaciones”, tan poco convencionales.

El acontecimiento histórico de la batalla de las Navas de Tolosa, es sobradamente conocido y se puede consultar con facilidad, pero a modo de resumen, creo que se puede decir que constituye el punto de inflexión decisivo en la evolución de “La Reconquista”. Esta batalla se produce en el verano del año 1.212 en tierras de la provincia de Jaén, ligeramente al sur aunque bastante próxima al paso de Despeñaperros, en lo que puede considerarse como la puerta de Andalucía o la “Al_Andalus” musulmana.

La batalla se origina como una alianza de todos los reinos cristianos de la península, desde el Atlántico al Mediterráneo, incluyendo los reinos de León que comprende también Asturias y Galicia, Castilla, Navarra y Aragón con los condados catalanes, los almogávares, e incluso con la participación de caballeros trasmontanos o franceses del otro lado de los Pirineos. Las fuerzas son dirigidas y capitaneadas por el rey de Castilla que promueve esta alianza, con el respaldo del Papa y algún Obispo, y aunque el rey de León no asiste directamente a la batalla por desavenencias con el de Castilla, sí que participan los ejércitos y caballeros del reino de León, y dentro de la batalla el rey Sancho de Navarra, arranca las cadenas del recinto que delimita la tienda del Miramamolín huido de la batalla, y a raíz del acontecimiento se las cuelga en su escudo de armas, desde el cual pasan al de los Reyes Católicos y de ahí al de España, donde aún se conservan.

La fecha de 1.212 evidentemente entra de lleno en ese periodo de cincuenta años que ya se había mencionado anteriormente, en el que se inicia la construcción de las grandes catedrales góticas por toda Europa, probablemente para conseguir esa “nueva sonoridad impresionante” que se puede escuchar dentro de sus recintos.

PRIMERA DERIVADA – La Mezquita de Córdoba. Imagen11

Como consecuencia de la batalla anterior, en los años siguientes se produce un declive considerable de los reinos musulmanes, y una nueva hegemonía del reino de Castilla, y en pocos años, sus tropas conquistan y ocupan las ciudades de Córdoba y Sevilla. Lógicamente cuando los cristianos entran en Córdoba a mediados del siglo trece, se encuentran con “La Mezquita”, que es un recinto cerrado cuajado de arcos y columnas, que mantiene una altura constante en torno a los seis u ocho metros libres, con una extensión horizontal en torno a los 13.000m2, lo cual representa un recinto cerrado con un volumen del orden de los cien mil metros cúbicos. [100.000m3].

Si ahora consideramos que el volumen del recinto de un catedral como la de Santiago de Compostela puede estar en el entorno de los treinta mil metros cúbicos, y las de León o Burgos, alrededor de los cincuenta mil, y que ninguna catedral de esa época, incluida Notre Dame de París, sobrepasa esta cifra de forma significativa, creo que debió transcurrir muy poco tiempo, para que alguien que conociese las verdaderas inquietudes para construir las nuevas catedrales, decidiese situar un “coro” dentro de aquella mezquita, para cantar “gregoriano” a pleno pulmón, con el fin de poder escuchar el resultado.

Aunque yo no haya estado allí, estoy plenamente convencido, que este tipo de acontecimiento o algo parecido, debió de suceder realmente, y además que su resultado debió de cumplir holgadamente las expectativas, debido sobre todo al aplastante rigor de la “física” y sus ecuaciones, como en este caso la del profesor Sabine. Presumo en consecuencia, que aquellos “bárbaros cristianos”, debieron instalar inmediatamente el “cabildo de la catedral” dentro de aquella mezquita, para poder cantar “maitines”, “laudes”, “vísperas” y “completas”, todos los días del año, y además supongo que los musulmanes cordobeses debían escuchar diariamente aquellos cantos completamente “embelesados”, ya que en un recinto como ese, debían sonar como auténtica música celestial.

SEGUNDA DERIVADA – La Catedral de Sevilla. Imagen10

A comienzos del siglo quince, y más concretamente en el año 1.401, el cabildo de la catedral de Sevilla que se encontraba instalado en la antigua mezquita de la ciudad, probablemente siguiendo las pautas de Córdoba, decide construir una nueva catedral, debido sobre todo al estado ruinoso y deteriorado que presentaba la mezquita en aquel momento.

Al abordar el proyecto y la construcción del nuevo edificio, ya existía una relativa experiencia acumulada sobre el tamaño de los recintos, y los límites prácticos de las nuevas técnicas de construcción mediante bóvedas de nervios, e incluso se encuentra abierto y en curso, el desafío para concluir la catedral de Florencia.

Presumo que al abordar el nuevo reto para proyectar y construir una gran catedral, los responsables de aquella iniciativa debieron de marcarse como es lógico, un objetivo relativamente ambicioso, y aunque no puedo tener ninguna seguridad en lo que sostengo, me imagino que para cualquier persona de aquel cabildo que hubiera escuchado el canto de un coro dentro de la mezquita de Córdoba, el desafío tendría que ser obviamente el poder acercarse o igualar al menos la “sonoridad” o reverberación de aquella mezquita.

TERCERA DERIVADA – La Catedral de Córdoba.

Una vez iniciada la construcción de una nueva catedral como la que se había proyectado en Sevilla que se encontraba en curso de ejecución a lo largo de todo el siglo quince, presumo que entre los miembros del cabildo cordobés, debió de surgir alguna inquietud sobre la posibilidad de que esa nueva catedral, pudiese llegar a igualar o superar la “sonoridad” de su mezquita, relegando su importancia relativa.

En aquellos tiempos la seguridad intelectual que proporcionan las ecuaciones de la física y en particular la de Sabine, eran rigurosamente desconocidas y probablemente los bulos, las rotundas afirmaciones de expertos “auténticamente entendidos” y también algunos buscones oportunistas, seguramente contribuían a incrementar ese tipo de inquietudes, y yo pienso que esos posibles temores al “riesgo” de perder el protagonismo de una sonoridad excepcional, pudieron ser una razón verosímil para que durante el siglo quince, el cabildo de Córdoba decida ampliar la propia mezquita, ¿¡..empotrando una nueva catedral dentro de ella..¡?, para que al aumentar considerablemente su recinto, se mantenga intacta su singularidad y protagonismo.

La verdad es que esta tercera idea, creo que es la más especulativa y aventurada, pero la verdad es que como “arquitecto” siempre me he preguntado, «qué tipo de razones», han podido tener los responsables de una decisión, como la de “empotrar” la ejecución de esta nueva catedral, en un edificio como la Mezquita de Córdoba, de una manera tan drástica, y manteniendo luego intacto el resto del edificio  ..  ¿ . !?

 

6 – LOS GRANDES EDIFICIOS

Entre finales del siglo XII y comienzos del XIII, es decir alrededor del año 1.200, comienzan a construirse las grandes catedrales góticas, promovidas por los cabildos, y normalmente apoyados o respaldados de distintas formas, por el poder de los reyes o la nobleza local. Este proceso dura hasta el siglo XV o incluso el XVI en los que todavía se inicia la construcción de algunas grandes catedrales góticas, como Sevilla (1401), o las de Salamanca (nueva) y Segovia que inicialmente se proyectan casi iguales, aunque la de Salamanca sufre una paralización de unos setenta años, que al reanudase modifica el trazado del ábside en girola, por una nueva configuración con planta de salón. Imagen21

En la sesión anterior, se habían comentado las principales características de las bóvedas construidas con nervios, que son precisamente las que constituyen la gran novedad de esta época, y las que precisamente permiten la construcción de edificios que aumentan considerable y cualitativamente, el tamaño y volumen de los anteriores.

Esta nueva “técnica de construcción” es la que da pie al estilo arquitectónico conocido como “gótico”, el cual considero que deriva principalmente de esa nueva manera de construir, y no de otras directrices estéticas, diseños y/o formas premeditadas en función de una “moda” o “gusto” imperante en la época, o cualquier otra interpretación sobre “espiritualidad” u ocurrencias similares.

El desarrollo de esta nueva técnica de construcción, pero sobre todo la abrupta y brusca interrupción del sistema anterior, debe tener lógicamente su propia motivación y sentido, y yo personalmente creo que es precisamente el fenómeno de la “reverberación acústica” en un recinto cerrado, la que al ser proporcional al volumen absoluto, motiva el crecimiento abrumador y espectacular en el tamaño de los edificios, ya que ese aumento de tamaño constituye un complemento y refuerzo enormemente eficaz para poder “oír y escuchar” cualquier melodía de “canto gregoriano”, con una «sonoridad» desconocida e impensable hasta ese momento, transmitiendo estas experiencias a lo largo de todo el Camino de Santiago, como un reguero de pólvora.

En un intervalo del orden de 50 años, desde 1180 al 1230, se inician o proyectan a lo largo de toda Europa, un considerable número de iglesias o catedrales, con una altura libre de la nave central, en el entorno de los treinta metros, que eran completamente inalcanzables con el sistema de construcción anterior, que empleaba gruesos sillares de piedra en la configuración de las bóvedas.

Con el fin de apreciar estas diferencias, se acompaña un conjunto de gráficos con la misma pauta o esquema que en el caso del edificio románico y una descripción sobre las diferencias. En este caso se ha elegido una representación esquemática de la catedral de León, y tanto al comienzo como al final se incluye a su vez una superposición de la iglesia románica de San Isidoro, que permiten comparar de forma intuitiva las diferencias de tamaño entre ambos estilos. Imagen3

Trazado y  replanteo. Presenta características similares aunque los edificios incrementan considerablemente sus dimensiones.

Cimentación y Arranque. También mantiene las mismas características.

Muros y soportes iniciales. En este caso los muros son similares en el arranque aunque aparecen los soportes laterales de los arbotantes en lugar de los Imagen4contrafuertes.

Los Arcos. En el trazado de los arcos es donde probablemente se haya originado ese cambio que conduce a una nueva técnica de construcción, ya que antes de montar el arco en su emplazamiento, este se sitúa primeramente en el suelo, colocando juntas todas las dovelas que lo forman, lo cual permite comprobar su geometría dentro del conjunto y la precisión del labrado, antes de iniciar el pesado y tedioso trabajo de levantar, colocar y ajustar en su posición cada una de las piezas. Imagen5

Al situar las piezas del arco completo en el suelo, se puede optar por colocar el conjunto, simplemente “abatido” sobre el plano horizontal del suelo, pero hay que tener en cuenta que probablemente la “clave” entendiendo en este caso la pieza que cierra e
l arco en el punto medio, no se haya realizado aún, ya que al ser la última pieza del conjunto que es colocada,  es la que permite realizar un ajuste final, y es posible que en muchos casos, el inicio de su “labra” se posponga hasta después del mo
ntaje final del arco. Imagen7

Este hueco entre las piezas que se colocan en el suelo, pue
de haber llevado a que el conjunto no se coloque con la configuración del arco completo abatido sobre la horizontal, sino que aprovechando que ambos lados “arrancan” necesariamente desde un plano perfectamente nivelado y horizontal, permite colocar el conjunto de dovelas, prolongando la continuidad de las dos ramas del arco, aprovechando la rigurosa simetría de la “junta” que configura el apoyo de ambos arranques. Imagen8

Esta forma de operar puede haber conducido de una forma bastante intuitiva y lógica, hacia la adopción del arco “ojival”, en cuanto un maestro constructor se da cuenta de que gracias a esa simetría, él podría deducir el “radio” necesario para las dos ramas del arco, “después” de haber adoptado la altura que mejor le convenga, con total independencia del ancho o separación entre los dos apoyos. Lógicamente este razonamiento es el que hace posible construir arcos diagonales y laterales sobre un área rectangular, con una altura de coronación similar para todos ellos, posibilitando a su vez la ejecución del cierre de la bóveda con mampuestos ligeros, en lugar de los pesados sillares que requiere la bóveda de cañón.

Bóvedas laterales. Las bóvedas laterales adquieren ahora mayor dimensión e importancia y se emplea en ellas la misma configuración de la principal a base de nervios cruzados en las diagonales. Imagen9

Muros superiores. Ahora los muros adquieren una altura más considerable, por lo que un cierto sentido de seguridad y prudencia, recomendaría hacer estos lo más “rígidos y ligeros” que fuera posible, concentrando la “solidez” en la zona del soporte, y eliminando la mayor cantidad de “entrepaño inerte” que fuera posible, con lo que aparece precisamente el espacio oportuno, para cerrar el recinto con grandes vidrieras.

Bóveda Central. La bóveda principal se configura, mediante una sucesión de módulos rectangulares apoyando cada esquina en un soporte, y un par de arcos de sillería cruzados en diagonal, con otros cuatro delimitando el contorno rectangular, de tal forma que la separación entre ellos se reduce considerablemente, y permite completar el cierre con mampuestos ligeros apoyados en ese sistema de arcos. A medida que la técnica de construcción evoluciona con el tiempo, los módulos rectangulares se amplían ligeramente y va apareciendo un sistema de arcos secundarios denominados “terceletes” que se emplean tanto para reducir la distancia libre, como para reforzar la rigidez del conjunto del módulo. Imagen10

Arbotantes. El sistema de arbotantes constituye la otra gran novedad característica de esta época, y está configurado por un sistema de “medios arcos” exteriores y transversales, que van apuntalando los riñones de las bóvedas, y descansan por el otro lado en un sistema de soportes ortogonales y separados de la nave central, con el fin de asegurar la rigidez transversal de un edificio mucho más alto, ante la acción del viento o incluso el empuje del propio relleno que hay en los riñones de las bóvedas.

Cubierta. La cubierta final se realiza con faldones planos sobre una estructura secundaria de formas, cerchas o pares de madera que se apoyan lateralmente en la coronación de los muros. A continuación se incluyen también otro par de enlaces equivalentes a los del románico. El primero corresponde a un archivo en formato “dwfx” que contiene el modelo 3D que se emplea en los gráficos adjuntos, y el otro repite el enlace a la página de “Autodesk” que contiene el visualizador.

Enlace del modelo informático en 3D:

Iglesia-Catedral de Santa María de León.

Enlace para la descarga de Design Review:

http://usa.autodesk.com/design-review/download/?id=12423405&siteID=123112